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Las variedades regionales en la traducción y algunas características del español de México

Las traducciones en la lengua escrita precisan de un traductor humano, especialista - si el tema lo requiere -  en la materia y hablante nativo de la lengua de destino. En una situación ideal debe asimismo dominar como un nativo la variedad de la lengua de destino propia de sus potenciales lectores. Esto no es una cuestión baladí, ya que una variedad regional muy apartada de la propia, podría serle poco natural al lector.

En las traducciones de documentos se complica la cuestión en tanto en cuanto se debe también, de alguna manera, reflejar el idiolecto del autor. Por ejemplo, una traducción al inglés de Pedro Páramo debe elegir, en primer lugar, una variedad de la lengua inglesa y, en segundo lugar, reflejar de alguna manera el idiolecto de inconfundible aroma mexicano de Juan Rulfo. 

Para situar la cuestión de las variedades del español, vamos a enumerar en este artículo las variedades más extensas e importantes de la lengua española, para después ocuparnos con cierto detalle de algunas características que pueden presentar los textos escritos en la variedad mexicana de la lengua, al menos en la variedad más extensa y dominante, dado que hay algunas áreas del país, cual puede ser el Yucatán, donde la norma es otra.

Estas áreas son ocho, a saber, el español castellano, el andaluz y el canario en España y, en Hispanoamérica, el español de México y Centroamérica, el español del Caribe, el español andino, el español chileno y el español de La Plata y El Chaco (F. Moreno Fernández, 2000). Las diferencias se dan en los planos fonético, morfológico, sintáctico y otros. Son muy características las variaciones de pronunciación y entonación, por ejemplo el español de México presenta cierta tendencia a la pérdida de fuerza de las vocales, no así de las consonantes que se pronuncian con claridad, a diferencia de otras áreas hispanófonas. Por supuesto, como en toda América, no hay diferencia de pronunciación entre “s” y “z” / “c”. La entonación estándar mexicana es asimismo distintiva y fácilmente reconocible. Esta cuestión no tiene mella en lo referido a las traducciones médicas.

Por lo que se refiere a la lengua escrita que ocupa a una agencia de traducciones, estas son algunas de las características del español mexicano, en su variedad más extendida, que pueden llamar la atención de los hablantes de otras normas:
En el nivel morfológico cabe destacar que, salvo en determinadas zonas de Chiapas y Tabasco, el hablante mexicano no vosea.

En el nivel sintáctico cabe destacar:
- Se omite la palabra “no” en cierto tipo de frases en donde aparece “hasta” como Se levantó hasta que no tuvo más remedio, Lo supo hasta ahorita. Puede esto dar lugar a ambigüedad, por ejemplo Cerramos hasta las nueve de la noche.
- Se da en México, como en Guatemala, El Salvador y otros países centroamericanos el uso de “quién” como pronombre indefinido Murió llorando porque nos dejaba sin quién en el mundo (Asturias, Presidente).
- En México se utilizan las interrogaciones “qué tanto + sustantivo” y “qué tan + adjetivo o adverbio”, que son muy chocantes para, por ejemplo, un hablante español. Véase por ejemplo Ella metió la llavecita en su monedero y se lo dio a guardar a él, quien lo apretó malicioso como para sentir qué tanto traía (Hayen, Calle), o Ciertamente, solo nosotros podemos dictaminar con autoridad qué tan arruinado está o qué tan salvable es un edificio (Padilla, Imposibilidad). Nótese el dicho mexicano ¿Qué tanto es tantito? o el uso exclamativo de ¡Qué tanto molestas!
- Se admite en la norma culta “entre más o menos…, más o menos…”. En la mayoría de los territorios hispanófonos solo se considera culta la correlativa “cuanto más o menos…, más o menos…”, aunque hay varias más, dependiendo de las zonas. Reproducimos dos ejemplos: El abogado le repetía que se calmara, que recordara que era un divorcio de común acuerdo, y entre más se lo decía, el marido más se encabronaba (Alatriste, Vivir) o Se ha notado que entre más corta la latencia del dormir MOR, mayor el grado de depresión en escalas como la de Hamilton (Téllez, Transtornos).
- Nótese que en México, como en otras zonas, se puede dar la forma plural del pronombre átono: Se los digo.
- Se añade “le” a muchas formas del imperativo, por ejemplo Pues para luego es tarde. Ándele, éntrele. (Castellanos, R., Eterno).

El léxico mexicano presenta tendencias arcaizantes (fierro, pararse) y rústicas (diptongación de los hiatos: peliar, cuete), a la vez que frecuentísimos nahuatlismos (aguacate, cacahuate, cacao, coyote, cuate, chapulín, chicle, chocolate, ejote, elote, huachinango, guajolote, hule, jitomate, mayate, mecate, milpa, olote, papalote, petaca, piocha, zopilote) y anglicismos (mencionaremos aplicar por solicitar, accesar por acceder y asumir por suponer, además de otros muchos que son de uso internacional).

Las variedades regionales en la traducción y algunas características del español de México 2

Los requisitos fundamentales que debe cumplir una agencia de traducciones para ser inteligible, aceptable y útil son el estar realizada por (1) un traductor humano, (2) conocedor en profundidad de la materia de que se trate (es decir, la traducción médica la debe realizar un profesional de la salud, la informática un informático, etc.), (3) hablante nativo de la lengua de destino y (4) si fuera el caso, conocedor de la variedad de la lengua de destino de sus posibles lectores. Si falla el primer requisito puede que obtengamos un texto que nos dé una ligera idea de sobre qué trata el texto, pero muy poco más (en el peor de los casos será un texto humorístico). Si falla el segundo requisito, el texto carecerá de la exactitud que le confieren los tecnicismos y las jergas profesionales que no conocen los legos en la materia. Los dos últimos requisitos tienen que ver con que el texto suene natural, escrito en un lenguaje propio. Para los textos escritos en español, debe tenerse al menos en cuenta si los futuros lectores van a ser españoles o hispanoamericanos. Insistimos en que esto último es un requisito mínimo, dado que, según F. Moreno Fernández (2000), las variedades del español más extendidas en España son tres (castellano, andaluz y canario) y cinco las hispanoamericanas (el español de México y Centroamérica, el español del Caribe, el español andino, el español chileno y el español de La Plata y El Chaco).

El problema es aún más complejo en la traducción de documentos artísticos, novelas, poesía, teatro, etc. en los que no solo hay que elegir una lengua de destino y una variedad de la misma, sino asimismo reflejar de uno u otro modo el idiolecto del autor. Asimismo hay que elegir una variedad diacrónica si, por ejemplo, el texto es de cierta antigüedad.  No podemos entrar en la cuestión.

Notaremos a continuación algunas de las características del español mexicano en su variedad más extendida, dado que hay otras normas muy marcadas, como la yucateca. No vamos a ocuparnos de la lengua oral, por más que sea al oírla cuando más fácilmente se distingue al hablante mexicano: la entonación, el vocalismo y la neutralización de la distinción entre la pronunciación de “s” y “z” / “c” (al igual que en toda Hispanoamérica y parte de España) son sus características principales.

El léxico mexicano presenta frente al resto de las variedades del español una serie de vocablos procedentes del inglés como son accesar por acceder, aplicar por solicitar y asumir por suponer, además de otros muchos que son de uso internacional  y que han entrado en la lengua de la mano de la tecnología. Los nahuatlismos son abundantísimos e incluyen algunas palabras que, naturalmente, también se dan en otras variedades, mas algunas son exclusivas de México. Mencionaremos aguacate, cacahuate, cacao, coyote, cuate, chapulín, chicle, chocolate, ejote, elote, huachinango, guajolote, hule, jitomate, mayate, mecate, milpa, olote, papalote, petaca, piocha y zopilote. Hay algunas palabras arcaizantes como fierros y pararse (por “ponerse en pie”).

Por otra parte cabe señalar que el hablante mexicano no vosea, al contrario, excepto en algunas zonas de Chiapas y Tabasco.

La sintaxis presenta algunas particularidades que detallamos.
- Se elide la negación “no” en algunos contextos en los que aparece la preposición “hasta”. Esto puede dar lugar a enunciados ambiguos: Cerramos hasta las nueve de la noche. De la Nueva Gramática de la RAE y de la Asociación de Academias de la Lengua Española (en lo sucesivo Nueva Gramática) reproducimos dos ejemplos: Se levantó hasta que no tuvo más remedio y Lo supo hasta ahorita.
- Nótese cómo “quién” puede ser un pronombre indefinido, de nuevo en un ejemplo de la Nueva Gramática: Murió llorando porque nos dejaba sin quién en el mundo (Asturias, Presidente).
- Son corrientes los interrogativos “qué tan” y “qué tanto”. Véanse los siguientes ejemplos traídos de la Nueva Gramática: Ella metió la llavecita en su monedero y se lo dio a guardar a él, quien lo apretó malicioso como para sentir qué tanto traía (Hayen, Calle), o Ciertamente, solo nosotros podemos dictaminar con autoridad qué tan arruinado está o qué tan salvable es un edificio (Padilla, Imposibilidad). Nótese el dicho mexicano ¿Qué tanto es tantito? o el uso exclamativo de ¡Qué tanto molestas!
- Es aceptada en la norma culta la correlativa de cantidad “entre más/menos… más/menos…” Esto es muy chocante para, por ejemplo, un hablante de España, que utilizaría en cualquier caso “cuanto más/menos… más/menos…”. Ejemplo: Se ha notado que entre más corta la latencia del dormir MOR, mayor el grado de depresión en escalas como la de Hamilton (Téllez, Transtornos).
- También es propia del estándar mexicano y cada vez es más aceptada por la variante culta la pluralización del pronombre átono: Se los digo.
- Por último, notaremos que a muchos imperativos se les añade el pronombre “le”, que no tiene otra función sino la de énfasis: Pues para luego es tarde. Ándele, éntrele. (Castellanos, R., Eterno).

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